Puntual nos recoge en nuestro hotel el que va a ser nuestro guía. Se llama Aung Moe (A-Mo para nosotros) y su madre es de Nepal. Caminamos por los montes cercanos a Kalaw con una altitud entre 1200 y 1500 metros. Durante la interesante caminata vemos recogedoras de té, vemos plantas de todo tipo, cúrcuma, jengibre, caña-limón, cilantro, el árbol de donde se saca el vick vaporub... Visitamos a una familia Pa oo, tribu originaria del Tibet, que nos ofrece té y unos plátanos riquísimos. Les compramos una bolsa de té. Paramos a almorzar un suculento banquete en un restaurante nepalí con vistas maravillosas (la comida va incluida en los 15$ de la excursión aunque la bebida va a parte). El día está siendo bastante soleado y solo nos llueve menos de 10 minutos en dos ocasiones.
El camino es a veces resbaladizo lo que complica la travesía. Nuestro guía es un encanto y está pendiente de nosotros en todo momento. Llegamos a un estanque artificial a través de unos juncos gigantes donde hay hombres pescando. Cerca de Kalaw unas vacas nos interrumpen el camino pero el pastor las aparta para que pasemos y bordeemos plantaciones de arroz y cilantro.
Cuando llegamos al hotel la dueña se espanta al ver que en el zapato de Kati y en los pantalones de Emili hay sanguijuelas. Las mata con sal y nos lava los calcetines y los bajos del pantalón. Aprovechamos y lavamos las zapatillas.
Nos acicalamos para celebrar el día 8 en el Restaurante Mónaco. Pedimos solomillo al vino tinto y muslo de pollo en salsa con dos copas de vino tino. Conectamos con Serge y Mila para brindar por videoconferencia mientras ellos almuerzan en Manises.
Antes de acostarnos nos pasamos por el “Hi” un pub muy peculiar donde sirven una bebida llamada “ron sour” y el público toca la guitarra y canta.
Animaditos nos vamos a dormir.
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