martes, 20 de agosto de 2019

El regreso

Desayunamos en el hotel y contratamos un taxi para que nos lleve a la parada de guaguas cerca de Sule Pagoda. Ahí cogemos la guagua para el aeropuerto y el trayecto se hace agotador por el tráfico y llegamos una hora y media después de salir del hotel.
Facturamos las maletas hasta Valencia pero sólo nos dan la tarjeta de embarque del vuelo a Malasia. Hacemos las últimas compras para gastar los kyats que nos quedan después de haber pagado sólo un día más de visado.
Cogemos el vuelo que nos llevará hasta Kuala Lumpur que durará casi tres horas. Nos dan de comer y disfrutamos de un cómodo viaje.
Yangón desde el avión
Llegamos sobre las cuatro de la tarde y al tener una confusión de cómo obtener las tarjetas de embarque que nos llevarían a Estambul y Valencia, salimos y nos vamos a otra terminal, la 2,  pero nos dicen que nuestro vuelo sale de la terminal de donde venimos.


Terminal KLIA 2
Durian y Kati
Esperamos a la facturación del vuelo, única manera de obtener las tarjetas de embarque aunque vayamos en tránsito, que se lleva a cabo sobre las siete de la tarde.
Obtenemos unos asientos mejores que a la ida y disfrutamos durante del vuelo de varias películas, cena y desayuno.
Llegamos sobre las cinco de la mañana después de un vuelo bastante mejor de lo que esperábamos aunque agotados por tantas horas de trayecto.
Esperamos al siguiente vuelo que saldría a la una y media, caminando algo, sentados, escribiendo el blog, haciendo alguna compra y algo desesperados por no obtener internet.
El vuelo de vuelta transcurre plácidamente y llegamos a Valencia sobre las cuatro y media donde nos espera Mila para llevarnos a Manises.


De vuelta a Yangón


Lunes 19 de agosto de 2019

Llegamos antes de lo previsto, sobre las 5 de la madrugada, después de un trayecto en guagua muy cómodo y silencioso.
Cogemos un taxi y nos dirigimos al hotel. El simpático recepcionista como siempre en Myanmar nos da la habitación nada más llegar y nos invita a un té.
Kati se queda a descansar y Emili sale a dar una vuelta y a desayunar.
Descubre que le gusta la zona, pues hay bares, restaurantes y alguna cosa que visitar.
De paseo por Yangón
Catedral de Yangón
Leyendo el periódico
Cuando Emili regresa al hotel le cuenta a Kati que enfrente se puede desayunar.
Tomamos la guagua mientras llueve, como es tradición en Yangón, y una señora le regala un pañuelo de tela bordado a Kati para que se seque la cara. La gente de aquí es muy cariñosa y amable como volvemos a observar.
Una joven nos adopta y nos lleva al mercado pero está cerrado pues es lunes y nos quedamos en una especie de mercado con un centro comercial arriba. Realizamos algunas compras y almorzamos en el modernísimo centro comercial con un moderno también sistema de pago con tarjeta (compras una tarjeta y la cargas con dinero con el que pagas en los restaurantes).
A Kati se le ocurre comprar souvenirs en las tiendas del túnel de acceso a la Shwedagon Pagoda.
Allí descubrimos que necesitamos cambiar euros a KYATS y Emili entra por la puerta norte a la Pagoda para cambiar en una oficina.
Cogemos la guagua, volvemos al hotel donde nos acicalamos para salir a comprar al supermercado y aprovechar el happy hour de un pub llamado Cuba que ameniza la estancia con música latina.
Decidimos cenar en un hindú con pinta de pub pero en el que no sirven alcohol. El camarero nos sugiere la posibilidad de comprar bebida fuera y tomarla allí. Emili sale y va al súper y trae una botella de vino de Sudáfrica.
Cenando en el hindú
Tras la cena volvemos al Cuba donde hay una actuación en directo y el público se muestra muy animado.

Tras varias copitas, volvemos al hotel a dormir.



Cascadas de Dat Taw Gyaik

Domingo 18 de agosto de 2019
Desayunamos en el hotel y nos echamos un bañito en la piscina.
Negociamos con el dueño una excursión en tuc tuc a las cataratas.
Nos recogen a las diez y emprendemos la marcha. El día no está nada mal y no llueve.
Cuando estamos casi llegando el conductor nos para en un mirador para que saquemos alguna foto y ya empezamos a escuchar el agua que cae con fuerza desde las alturas.
Nos acerca hasta la bajada para ir a las cataratas y pasamos unas horas, pues el camino no es muy bueno y a Emili le duele la pierna. Mientras contemplamos la catarata nos tomamos una cervecita y unas papitas fritas. La subida se hace durilla pero el paisaje vale la pena.
Regresamos al comienzo del camino donde nos tomamos dos cervezas descansando antes de emprender el camino de regreso.
Le decimos al conductor que nos lleve directamente al restaurante hindú Taj que está al lado de un lago y cerquita del hotel donde comemos con unas vistas estupendas.
La comida está deliciosa.
Volvemos al hotel y disfrutamos de la piscina. Después de esto, una de las trabajadoras del hotel nos sorprende con la noticia de que tenemos que pagar 6000 KYATS porque la funda de la almohada tiene manchas de tinte que no han salido después de lavar. 
Para hacer tiempo, caminamos hacia el lago y nos tomamos unas copitas en el Friday.
De vuelta al hotel, hacemos tiempo hasta que el dueño del hotel nos lleva a la estación de guaguas.
De camino, Emili le muestra su enfado por el cobro de los 6000 KYATS y él decide no cobrarnos los 5000 KYATS acordados por el trayecto.
En la estación apenas esperamos media hora y descubrimos que la guagua está muy bien pues los sillones son muy cómodos y nos dan una mantita, agua y comida.
Aquí comenzamos nuestro largo viaje de unas 10 horas que nos hará regresar a Yangón para volver a España.



sábado, 17 de agosto de 2019

Pyin Oo Lwin

Sábado 17 de agosto de 2019
Desayunamos en el hotel y salimos a nuestra dulcería favorita donde sirven un expreso bastante cargadito y bueno. Esperamos a que llegue nuestro coche para llevarnos a Pyin Oo Lwin.
Viajamos cómodamente en un coche particular donde sólo vamos nosotros y un cliente más.
Llegamos después de hora y media de ruta al hotel que presume de una coqueta piscina.
Preguntamos en recepción cómo llegar al National Kandawgyi Gardens y nos ofrecen unas bicicletas gratuitas con las que llegamos cómodamente en menos de media hora.
Pagamos los 15000 KYATS de las entradas y nos dirigimos al inicio del recorrido. Allí aparcamos las bicis y recorremos a pie el parque nacional que posee varios lagos, un mariposario, un orquidiario, una zona de bosque con pinos canarios, una pagoda y una torre mirador que subimos. El parque nos sorprende por lo limpio y bien cuidado que está, no así la torre que se muestra semi abandonada.
Decidimos comer en el restaurante Bamboo que se encuentra dentro del parque. Nos encanta tanto la decoración como la comida que disfrutamos desde una mesa con vistas.
Volvemos al hotel y nos pegamos un bañito en la piscina.
Emili decide darse un masaje en la ciudad. El dueño nos lleva en su taxi por 3000 KYATS.
Kati pasea mientras a Emili le dan el masaje.
En la ciudad, que no nos gusta mucho, nos cuesta encontrar un tuc tuc cuando apenas son las ocho de la noche. Decidimos cenar en un hindú denominado Taj pero como nos parece temprano y no tenemos aún mucha hambre vamos primero al Friday a tomar una cerveza.
Nos llevamos la sorpresa de que el hindú cierra a las 9 por lo que volvemos al Friday y cenamos allí.
Volvemos al hotel caminando por la orilla del lago en el que hombres de cuclillas pescan con sus sedales.
El vigilante de nuestro hotel nos abre el portón y nos vamos a la habitación a descansar.

















viernes, 16 de agosto de 2019

Mandalay e Inwa

Desayunamos en nuestro hotel y salimos a la dulcería a tomar café.
Cogemos un tuc tuc e intentamos hacer la ruta de la Lonely por el Mandalay colonial. Nos lleva a una iglesia. Como nuestro conductor no habla inglés y no logramos entendernos nos lleva luego a un templo y decidimos pasear por los mercados del Mandalay colonial. Es muy diferente a la zona en la que vivimos pues no hay altos edificios.

Cogemos otro tuc tuc que nos lleva al templo de la zona del puente de teca y acordamos con él la visita a Inwa y Amarapura. Resulta ser muy simpático y lo bautizamos “brother” ya que así se dirige a nosotros.
Con nuestro tuc-tuc

Nos lleva a las ruinas de Inwa que estará a unos 25 kilómetros. Una zona llena de templos sin restaurar a la altura de algunos de Bagan.
Nos propone, después de ver un templo de teca bastante desvencijado con un romanticismo que nos gusta, ir en canoa por 3000 KYATS a ver unas ruinas en una isla del lago. Dos chicos del lugar llevan a remo la canoa por el silencioso lago en el que sobresalen ruinas llenas de vegetación.
Todo nos parece espectacular y nos sacamos varios fotos con ellos.
Somos los únicos turistas que hacen el recorrido.
Tras visitar varios templos más, nos vamos a Amarapura donde comemos comida birmana y visitamos un monasterio.
Luego nos lleva al famoso puente de teca a contemplar el atardecer.
Allí pasamos un par de horitas, durante las cuales Emili recorre todo el largo puente sin barandillas y Kati se queda sentada en un banco contemplando la variopinta mezcla de turistas y lugareños, así como barcos y jóvenes que se lanzan al agua desde el puente para que el público se recree.
Ya de noche cenamos en Mr. Bar B&Q. Tomamos cervezas y nos vamos al hotel a descansar.






¡Al agua!













Salto de trampolín desde el puente

Monjes fregando

Bailarina posando en el puente de teca

jueves, 15 de agosto de 2019

Taungbyone

Jueves 15 de agosto de 2019
Nos levantamos y desayunamos para emprender la marcha en tuk tuk hacia las vías del tren denominadas Thu Ye Zae, hay un mercado que literalmente ocupa las vías por lo que nos parece imposible y surreal que un tren pase por las mismas.
Al comprar los billetes (100 KYATS, 0.06 €) en una pequeña taquilla asistidos por un ferroviario que hablaba bien inglés ya nos vamos creyendo que en algún momento aparecerá un tren y las vías tendrán que ser despejadas.
A las once es la hora estimada de la salida del tren, por lo que hacemos tiempo visitando el mercado, haciendo fotos y comprando unos yogures en una pequeña tienda bastante moderna que nos recuerda a las de las gasolineras.
Buscamos donde sentarnos y un amable señor nos indica el banco en el que él está y nos hace sitio. De repente aparece un joven que resulta ser bombero que entabla conversación con Emili y le pide su facebook.
Cuando apenas quedan 15 minutos para las once buscamos un lugar a la sombra cerca de la pequeña taquilla para esperar el tren.
Al poco se oye una voz desde un megáfono que por lo que entendemos al ver a la gente moverse, nos indica que nos pongamos al otro lado de las vías, puesto que el tren se acerca.
Sentimos mucho barullo y nerviosismo. Desde lejos comprobamos que los puestos del mercado han desaparecido o por lo menos se han movido para dejar paso al tren. Todo bastante surrealista.
Cuando llega el tren, la gente se abalanza para entrar sin dejar ni que la gente baje puesto que quieren coger sitio para sentarse.
Una señora mayor cargada de bolsas se empeña en salir por el lado de las vías por el que tenemos que. entrar y hace más dificultoso el acceso al vagón. Conseguimos entrar y ponernos de pie cerca de una ventanilla que está abierta. Todo el trayecto observamos la variopinta multitud birmana que está dentro del tren y que comienza a lanzar billetes por las ventanillas a otra variopinta gente, familias enteras con niños, que los recogen armando jaleo, lo que nos hace recordar una cabalgata.
Llegamos y sin bajarnos aún ya está subiendo al tren para coger sitio, por lo que nos empujan y vemos más escenas surrealistas como personas entrando por las ventanillas. El pueblo está lleno de puestos de feria, puestos de venta y mini locales en los que se venden cualquier cosa, hay una noria y diferentes atracciones, pero lo más peculiar es el estruendo que sale de algunos pintorescos recintos, algunos incluso vallados. En ellos se encuentran una especie de medium, la mayoría hombres travestidos, que danzan, beben alcohol, fuman, tiran dinero e incluso bailan con pescados fritos en cada mano bajo la atenta mirada de unos nats (espíritus) personajes principales de esta fiesta.
En el centro de todo el meollo hay un templo en el que la gente danza frenéticamente y lleva ofrendas así como ramas y rosas que agitan sobre sus cabezas y las lanzan a un lugar en alto. Todo esto se lleva a cabo amenizado por el estruendo de grupos de música de instrumentos tradicionales muy bonitos, sobre todo tambores, xilófonos formados con gongs y campanas.
Hacemos un descanso y nos tomamos unas coca colas a falta de cervezas contemplando la variopinta gente que pulula entre puestos de dulces y joyas de falso oro. Para pasar el rato observamos que todo el mundo va en cholas (sandalias) excepto algún señor que lleva zapatos y algunos jóvenes que llevan deportivas.
Después de ver dos espectáculos más de mediums y nats, encontramos un bar y nos tomamos unas cervezas y guisantes fritos.
Regresamos a las vías observando todo tipo de puestos que nos salen al paso y como el tren sale muy tarde decidimos coger una camioneta que va a “Manley” lo que viene a significar Mandalay.
El tapón formado por coches, motos, gente, tuk tuk, perros, etc. hace que parezca imposible que en algún momento el tráfico fluya y lleguemos sanos y salvos a nuestro hotel.
Cuando ya parecía que todo el espectáculo había terminado, nos damos cuenta de que en la carretera el show continúa. Por uno y otro lado de la carretera hay gente en fila que bajo una música estruendosa pide dinero en un cuenco lleno de piedras para hacer ruido y no pasar inadvertidos, también bailan, hay gente disfrazada, travestida e incluso llegan a ofrecernos un vasito con un líquido naranja que tiene pinta de ser un refresco. Hay quien también regala tabaco para mascar. Algunas personas les dan dinero.