Jueves 15 de agosto de 2019
Nos levantamos y desayunamos para emprender la marcha en tuk tuk hacia las vías del tren denominadas Thu Ye Zae, hay un mercado que literalmente ocupa las vías por lo que nos parece imposible y surreal que un tren pase por las mismas.
Al comprar los billetes (100 KYATS, 0.06 €) en una pequeña taquilla asistidos por un ferroviario que hablaba bien inglés ya nos vamos creyendo que en algún momento aparecerá un tren y las vías tendrán que ser despejadas.
A las once es la hora estimada de la salida del tren, por lo que hacemos tiempo visitando el mercado, haciendo fotos y comprando unos yogures en una pequeña tienda bastante moderna que nos recuerda a las de las gasolineras.
Buscamos donde sentarnos y un amable señor nos indica el banco en el que él está y nos hace sitio. De repente aparece un joven que resulta ser bombero que entabla conversación con Emili y le pide su facebook.
Cuando apenas quedan 15 minutos para las once buscamos un lugar a la sombra cerca de la pequeña taquilla para esperar el tren.
Al poco se oye una voz desde un megáfono que por lo que entendemos al ver a la gente moverse, nos indica que nos pongamos al otro lado de las vías, puesto que el tren se acerca.
Sentimos mucho barullo y nerviosismo. Desde lejos comprobamos que los puestos del mercado han desaparecido o por lo menos se han movido para dejar paso al tren. Todo bastante surrealista.
Cuando llega el tren, la gente se abalanza para entrar sin dejar ni que la gente baje puesto que quieren coger sitio para sentarse.
Una señora mayor cargada de bolsas se empeña en salir por el lado de las vías por el que tenemos que. entrar y hace más dificultoso el acceso al vagón. Conseguimos entrar y ponernos de pie cerca de una ventanilla que está abierta. Todo el trayecto observamos la variopinta multitud birmana que está dentro del tren y que comienza a lanzar billetes por las ventanillas a otra variopinta gente, familias enteras con niños, que los recogen armando jaleo, lo que nos hace recordar una cabalgata.
Llegamos y sin bajarnos aún ya está subiendo al tren para coger sitio, por lo que nos empujan y vemos más escenas surrealistas como personas entrando por las ventanillas. El pueblo está lleno de puestos de feria, puestos de venta y mini locales en los que se venden cualquier cosa, hay una noria y diferentes atracciones, pero lo más peculiar es el estruendo que sale de algunos pintorescos recintos, algunos incluso vallados. En ellos se encuentran una especie de medium, la mayoría hombres travestidos, que danzan, beben alcohol, fuman, tiran dinero e incluso bailan con pescados fritos en cada mano bajo la atenta mirada de unos nats (espíritus) personajes principales de esta fiesta.
En el centro de todo el meollo hay un templo en el que la gente danza frenéticamente y lleva ofrendas así como ramas y rosas que agitan sobre sus cabezas y las lanzan a un lugar en alto. Todo esto se lleva a cabo amenizado por el estruendo de grupos de música de instrumentos tradicionales muy bonitos, sobre todo tambores, xilófonos formados con gongs y campanas.
Hacemos un descanso y nos tomamos unas coca colas a falta de cervezas contemplando la variopinta gente que pulula entre puestos de dulces y joyas de falso oro. Para pasar el rato observamos que todo el mundo va en cholas (sandalias) excepto algún señor que lleva zapatos y algunos jóvenes que llevan deportivas.
Después de ver dos espectáculos más de mediums y nats, encontramos un bar y nos tomamos unas cervezas y guisantes fritos.
Regresamos a las vías observando todo tipo de puestos que nos salen al paso y como el tren sale muy tarde decidimos coger una camioneta que va a “Manley” lo que viene a significar Mandalay.
El tapón formado por coches, motos, gente, tuk tuk, perros, etc. hace que parezca imposible que en algún momento el tráfico fluya y lleguemos sanos y salvos a nuestro hotel.
Cuando ya parecía que todo el espectáculo había terminado, nos damos cuenta de que en la carretera el show continúa. Por uno y otro lado de la carretera hay gente en fila que bajo una música estruendosa pide dinero en un cuenco lleno de piedras para hacer ruido y no pasar inadvertidos, también bailan, hay gente disfrazada, travestida e incluso llegan a ofrecernos un vasito con un líquido naranja que tiene pinta de ser un refresco. Hay quien también regala tabaco para mascar. Algunas personas les dan dinero.